diarios y relatos de viajes

24 Marzo, 2024

Edimburgo (comentarios de viaje)

Por FRANCISCO LOZANO ALCOBENDAS


Castillo de Edimburgo"¡Edimburgo, la ciudad del frío!", exclamó una señora al bajar del avión. Era el 6 de Diciembre de 2006. Probablemente estaríamos a unos 6º C, temperatura muy moderada si tenemos en cuenta que la latitud de Edimburgo coincide con la de Moscú, pero el viento y el ambiente húmedo hacían que el frío pareciera más intenso.

En los días siguientes íbamos a pasar mucho frío. En esta época del año, el sol se pone antes de las 4 de la tarde, aunque hasta esa hora tampoco puede decirse que caliente mucho. Eso, suponiendo que salga en algún momento de detrás de las nubes. En verano, por el contrario, los días son largos y la temperatura muy agradable, pero la ciudad está abarrotada de visitantes. Sobre todo en agosto, durante el Festival de Edimburgo (que en realidad no es un único festival, sino una serie de festivales oficiales e independientes que se celebran cada año a lo largo del citado mes).

Castle Rock

El Castillo de Edimburgo es una antigua fortaleza que, desde su posición sobre la cumbre volcánica llamada Castle Rock, domina la ciudad. Es el lugar más visitado de Escocia y, sin duda, merece el elevado precio que hay que pagar por la entrada. Sobre todo por las vistas. Desde el Castillo se tienen unas magníficas vistas de la Old Town (la ciudad vieja), que se estira a lo largo de la Royal Mile hasta llegar al Palacio de Hollyroodhouse. Más allá del palacio puede verse el pico, también de origen volcánico, llamado Arthur's Seat. A mano izquierda, paralela a la Old Town y separada de ésta por los jardines llamados Princes Street Gardens y la estación de ferrocarril de Waverley, que ocupan el lugar en que estuvo el pantano Nor Loch (el cual limitaba por el norte el crecimiento de la ciudad hasta que fue desecado), vemos la New Town (la ciudad nueva), cuya construcción se inició en el siglo XVIII. Al fondo, la New Town acaba a los pies de esa especie de moderna acrópolis que es Calton Hill.

En el interior del Castillo hay un autoservicio en el que se puede comer algo al mismo tiempo que se disfruta de las vistas.

La Royal Mile

La Old Town, desde el puente de WaverleyLa Royal Mile es el nombre que popularmente se da a la sucesión de calles que forman la espina dorsal de la Old Town de Edimburgo. Como su nombre sugiere, la longitud de esta sucesión de calles es de una milla escocesa. Partiendo de la Explanada del Castillo, la Royal Mile llega al Palacio de Holyroodhouse, al otro extremo de la ciudad vieja (en realidad, el palacio y el último tramo de la Royal Mile quedaban, históricamente, fuera de los límites de la ciudad).  Primero se llama Castlehill, y no es otra cosa que la empinada calle de acceso al Castillo. Luego se transforma en Lawnmarket. Después pasa a ser High Street (la calle principal de la ciudad). Por último, cambia su nombre por el de Canongate, antes de convertirse en Abbey Strand a la entrada del palacio (levantado junto a la antigua abadía). La Royal Mile es, junto con Princes Street, la calle más transitada por los forasteros que visitan Edimburgo.

Avanzando por High Street, vemos a la derecha la mole de la catedral de St Giles, que, por cierto, dejó de ser catedral en sentido estricto cuando los escoceses adoptaron el Presbiterianismo. El templo actual procede, en su mayor parte, del siglo XV, y se levantó sobre los restos de una iglesia del siglo XII. No dejes de visitarlo (por cierto, la entrada es gratuita).

El último tramo de Canongate está dominado por la futurista mole de la sede del Parlamento escocés, diseñada por el español Enric Miralles. Se trata de una obra muy controvertida, entre otras razones porque parece totalmente fuera de lugar en su emplazamiento frente al palacio de Holyroodhouse. Resulta completamente ajena a la Old Town, es como un gigantesco pegote llegado de otra galaxia. Muy elogiada en el mundo de la arquitectura, no parece que guste nada al escocés medio. Delante del edificio hay varios estanques de formas irregulares, algunos de ellos protegidos por vallas metálicas provisionales (imagino que debían resultar bastante eficaces como trampas para caminantes despistados).

Calton Hill y la New Town

Calton Hill es una colina (cómo no, de origen volcánico) que se levanta al este de la New Town. Subimos a la colina después de comer, como está mandado, para contemplar la ciudad al atardecer. Una vez arriba, pudimos ver de cerca el Monumento Nacional, el Monumento a Nelson y el Observatorio de la Ciudad. Todo allí tiene un aire irreal, como de parque temático. Uno se pregunta: ¿que pinta una acrópolis griega en Escocia?

Columna del Aprendiz, en la Rosslyn ChapelAl bajar visitamos la tumba de David Hume en el cementerio que hay en la falda de la colina. Luego, paseamos por la New Town, que nació como solución a la sobrepoblación de la Old Town. La ciudad, cuya expansión se había visto limitada por el pantano, había crecido durante mucho tiempo sólo hacia arriba. En el siglo XVIII, se le añadía este "ensanche" de plano ortogonal (en cuadrícula) al otro lado del Nor Loch. Tras recorrer Princes Street, la calle comercial por excelencia de Edimburgo (que sólo tiene edificios en su lado norte y ofrece magníficas vistas de la ciudad vieja y el Castillo) llegamos a la muy elogiada Charlotte Square, que, debido a su pobre iluminación, tiene un aspecto fantasmal.

Roslin. La Rosslyn Chapel

El último día de nuestra estancia en Edimburgo caminamos hasta St Andrew Square y allí tomamos el autobús número 15 de Lothian Buses. Este autobús se ha hecho muy popular últimamente, porque es el que (al precio de una libra esterlina) te lleva hasta el pueblo de Roslin, en el cual, en el siglo XV, se construyó la Rosslyn Chapel. No, no hay ningún error ortográfico: el nombre del pueblo se escribe Roslin, y el de la capilla Rosslyn. Cosas de los escoceses, que son muy raros.

Roslin es un pueblecito agradable y, desde que la Rosslyn Chapel fue utilizada como escenario de la película El código Da Vinci, es además un lugar muy visitado. Sin duda, la capilla resulta misteriosa y evocadora. Su interior está cubierto de tallas de piedra, entre las que no faltan los símbolos paganos (como el Green Man, símbolo del renacimiento o la fertilidad). Destaca la magnífica Columna del Aprendiz (o Apprentice Pillar), que ocupa un lugar de honor en esta pequeña capilla, junto a las escaleras de acceso a la cripta. Cuando visites Edimburgo, no dejes de pasar por Roslin.

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