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Ocho días en Malta en coche de alquiler

Por FRANCISCO LOZANO ALCOBENDAS


Málaga, Bruselas y Malta son los vértices de un triángulo que, con un poco de manga ancha, puede ser considerado casi equilátero, así que ir de Málaga a Malta pasando por Bruselas equivale a duplicar la distancia a recorrer. Sin embargo (misterios de las rutas y las tarifas aéreas) para nosotros ese resultó ser el mejor de los itinerarios posibles para viajar a la isla en diciembre de 2010.

Era ya de noche cuando, el día 27, llegamos al aeropuerto de Luqa. Habíamos reservado un coche de alquiler automático, para facilitar la tarea, para mí nueva, de conducir por la izquierda. Y, aunque dimos algunas vueltas más de las necesarias, gracias a las indicaciones de unos amables malteses encontramos finalmente el camino de nuestro hotel, el Fortina Spa, situado en Sliema, junto al mar. Desde allí, las vistas de La Valeta son impresionantes.

La Valeta

Diario de un viaje a MaltaEl día 28 fuimos en coche a La Valeta. El aparcamiento no es problema: es fácil encontrar un hueco en la carretera que rodea la ciudad, al borde del mar. La Valeta es una ciudad que deslumbra al viajero. Podría definírsela como una ciudad-palacio fortificada. Construida en una escarpada península, sus calles, que suben y bajan siguiendo los caprichos del terreno, forman una cuadrícula en la que se alternan los antiguos albergues de los Caballeros de la Orden de Malta (que estaban agrupados por "lenguas"; es decir, por idiomas) con los palacios, las iglesias y las viejas casas con sus típicos miradores o cierros.

Comimos en la cafetería-pastelería Cordina, en la plaza de la República. El establecimiento, fundado en el siglo XIX y ubicado en ese local desde los años 40 del siglo pasado, conserva un viejo y lujoso estilo que le hace digno de una visita. Además, sus precios no son caros.

Por la tarde, vimos la Co-catedral de San Juan, cuyo interior es de una riqueza impresionante.

El día 29 fuimos hasta Cirkewwa, al norte de la isla, con la intención de tomar el ferry de la isla de Gozo. Nos encontramos con una cola de entre hora y media y dos horas (tiempo que, sumado al de la cola de vuelta, supone entre tres y cuatro horas; piénsatelo si tienes intención de ir a Gozo; probablemente, la mejor opción sea dejar el coche en la orilla maltesa y utilizar en Gozo el transporte público). Estando en la cola, nuestro coche se quedó sin batería. Llamamos por teléfono a la agencia de alquiler de vehículos, pero la grúa tardó un par de horas en aparecer. Cuando el coche estuvo listo de nuevo pensamos que no era cosa de ponernos de nuevo en la cola, así que decidimos volver a La Valeta.

La ciudad estaba preciosa con la iluminación nocturna (Malta tiene la misma hora que España a pesar de estar mucho más al Este, por lo que, en esta época del año, allí anochece a las 5 de la tarde). Esa noche cenamos en Aaron's Kitchen, un restaurante muy agradable que está a un paso del Palacio de los Grandes Maestres.

Los templos de Tarxien, el Hipogeo, Mdina, Rabat

Viaje a MaltaEl 30 de diciembre teníamos tickets para el Hipogeo de Hal Saflieni (los habíamos comprado desde España por internet, porque hay que obtenerlos con meses, o al menos semanas, de antelación). Haciendo tiempo hasta la hora de la visita vimos los templos megalíticos de Tarxien, que están a diez minutos andando del Hipogeo. Luego visitamos éste, que es un lugar de enterramiento subterráneo (en tres niveles) excavado por los primitivos pobladores de Malta. Merece la pena reservar con antelación para verlo. Por cierto, en su interior está estrictamente prohibido tomar fotografías.

Cuando salimos del Hipogeo nos dirigimos a Mdina, que fue capital de la Malta de los Caballeros Hospitalarios de San Juan hasta que éstos, en 1571, decidieron construir La Valeta y convertirla en su nueva capital. Mdina es una pequeña ciudad fortificada que conserva todo su sabor medieval. Después de comer en un restaurante que se asoma por encima de la muralla, terminamos de recorrer la ciudad (que, debido a su reducido tamaño, se recorre rápidamente) y visitamos la catedral de San Pablo, de estilo barroco (la iglesia primitiva fue destruída por un terremoto). El suelo de la catedral, como el de la Co-catedral de La Valeta, está cubierto de lápidas de dignatarios decoradas a todo color.

Luego, en Rabat (que antiguamente era el suburbio extramuros de Mdina), visitamos las catacumbas de San Pablo, un laberinto de estrechos corredores y cámaras de enterramiento.

El 31 de diciembre fuimos de nuevo a La Valeta, con la intención de aprovechar la luz de la mañana para hacer fotografías. Visitamos la Sacra Infermeria, el antiguo Hospital de los Caballeros, que ahora es un centro de conferencias (el Mediterranean Conference Centre). Lo que está abierto al público es un pequeño recorrido explicativo de la historia del hospital, que parte del siglo XVI y llega hasta la Segunda Guerra Mundial (durante la que los pasadizos subterráneos que hay bajo él sirvieron de refugio para la población). Afortunadamente, las puertas no estaban cerradas con llave, así que pudimos ver algo más de lo previsto; tras una puerta cerrada encontramos la larguísima sala de techos abovedados que puede verse en tantas fotografías... Por supuesto, la recorrimos de un extremo al otro.

Luego, intentamos visitar el Palacio de los Grandes Maestres, pero estaba cerrado por ser el último día del año. Eso sí, pudimos asomarnos al patio interior y ver los preparativos del cambio de guardia (el palacio es actualmente sede del Parlamento de la República).

Senglea y Birgu (Vittoriosa)

Comimos allí al lado, en una terraza de la plaza de la República. Después de comer fuimos a Senglea y a Birgu (Vittoriosa), que están frente a La Valeta, en el lado opuesto del Grand Harbour (el Puerto Grande). Vittoriosa, en particular, es una ciudad magnífica. Fue el lugar donde se instalaron los Caballeros de San Juan cuando llegaron a la isla, tras haber sido expulsados de Rodas. Como antes dije, su capital era Mdina, pero ellos, que tenían como misión defender la isla de los turcos, se instalaron, lógicamente, en la costa. Paseando por Vittoriosa, se van descubriendo, entre otros antiguos edificios, los primeros albergues de los Hospitalarios, más tarde sustituidos por los que se construyeron en La Valeta. El famoso Palacio de los Inquisidores estaba cerrado (debido a la fecha). Se nos hizo de noche paseando por el Dockyard Creek, junto al fuerte St Angelo, con Senglea a la izquierda y La Valeta enfrente.

Más tarde, cenamos un menú especial de nochevieja en un bonito restaurante de Sliema.

El Sur

El 1 de enero de 2011 bajamos al sur de la isla. Sin demasiadas esperanzas, debido a la fecha, llegamos hasta Wied iz-Zurrieq. Como nos temíamos, los cercanos templos megalíticos de Hagar Qim y Mnajdra estaban cerrados. No lo sentimos demasiado, porque desde la verja de entrada pueden verse algunas de las grandes piedras que los forman y me temo que, para los que no somos expertos en la materia, no tengan demasiado interés. Regresamos hasta el embarcadero desde el que se parte para visitar la Blue Grotto. Había mucha gente local esperando para comer en los restaurantes de la zona, pero el quiosco donde se venden los tickets estaba cerrado: tampoco podía verse la Blue Grotto el primer día del año.

Así que tomamos el camino de Marsaxlokk. Finalmente, nos equivocamos de carretera y, gracias a esa equivocación, llegamos hasta un lugar desde el que se tiene una magnífica vista panorámica del antiguo pueblo pesquero y su puerto. Eso sí, la carretera estaba llena de baches, algunos de un tamaño descomunal. Es lo que te encontrarás en Malta si abandonas las vías principales.

Regresamos a Marsaxlokk, paramos en el centro, muy cerca del muelle, y comimos un menú pantagruélico (tres platos y postre) en un agradable restaurante. Cuando terminamos de comer estaba lloviendo. Hicimos algunas fotos en el puerto, bajo la lluvia, y luego nos dirigimos a Marsaskala. A diferencia de Masaxlokk, Marsaskala me pareció una localidad turísca de escaso interés. Si la hubiera visto a la luz del sol, puede que mi conclusión hubiera sido otra.

Seguía lloviendo. Se hizo de noche mientras regresábamos a Sliema.

Último día en La Valeta

El 2 de enero era domingo, pero sabíamos que abrían tanto el Palacio de los Grandes Maestres como el Museo Arqueológico, así que nos dirigimos por última vez a La Valeta para verlos y despedirnos de la ciudad.

En el Palacio de los Grandes Maestres se visitan una serie de lujosas estancias y la armería, en la que se exhiben armaduras, piezas de artillería y otras armas, tanto de los Caballeros como de sus adversarios turcos. Merece la pena pagar el precio de la entrada.

El Museo Arqueológico, ubicado en el antiguo albergue de Provenza, es muy pequeño. Está íntegramente dedicado a los templos megalíticos de Malta. En su interior se pueden ver vajillas de barro y diversas esculturas halladas en ellos, así como fragmentos de piedras decoradas que formaban parte de los propios templos.

Al día siguiente devolvimos el coche en el aeropuerto y tomamos el avión para regresar a Málaga, esta vez vía Munich.

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Relato de un viaje a Malta.

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